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INTERSECCIONES - INTERACCIONES

Gustavo Ortíz, Curador por Colombia, Director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

 

Activar el entorno urbano como escenario de encuentro permanente entre sus actores naturales, los ciudadanos.

Los puntos de encuentro, las trayectorias que se atraen, los universos paralelos, las memorias que se fusionan, la soldadura de la mirada, el sudor  de la poesía, el delta de las ideas.
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Un día cualquiera, un indígena ecuatoriano toma la investidura de indígena pielroja para hacer el papel de estatua humana en las ramblas de Barcelona; es el verano y los turistas de toda Europa bajan al mediterráneo y en especial a España para calentarse.

 La rambla, es por excelencia la intersección de muchas culturas, el punto de encuentro de los imaginarios personales y colectivos, por allí trascurren ríos de personas que buscan la foto, el amigo, el almacén, la artesanía, el libro, la música, la comida, el aire, el sustento, la sorpresa, la sombra, el refresco… cada uno vaga sin rumbo aparente en una danza similar  a la de las abejas cuando encuentran la miel.

La miel, ese líquido viscoso, transparente y dulce que engolosina, que cura o que aglutina, podríamos decir que en mucho se parece a la cultura; es un extracto, es una síntesis de saliva de abeja y néctar de flores, transportado de grandes distancias, extraído de diversas plantas, deglutido y mezclado con mil sabores llega al paladar para satisfacer las papilas gustativas, su aroma ensordece el olfato y encuentra el laberinto digestivo. Hay que degustarla con los ojos cerrados.

A fuerza de western, el pielroja se ha convertido en icono del nativo americano y con su sombra parece opacar la diversidad de los demás grupos nativos de nuestro extenso continente; el estereotipo se convierte en el arquetipo sistémico que interfiere en la percepción al producir ruido conceptual.

¿Por qué un indígena ecuatoriano debe fungir de pielroja para sobrevivir, o para atraer al público? ¿Estamos ante un caso de piratería identitaria donde falsear, aparentar o mimetizar un producto original a bajo precio permite obtener una tajada del mercado de consumo cultural? ¿Es consecuencia de la hibridación, del injerto mediático? ¿Si simplemente vistiera su traje tradicional de indígena ecuatorial no sería atractivo? ¿Sólo a través de simulaciones es posible reivindicar la diferencia?

Unas cuadras más abajo un Ché Guevara con puro y todo, sonríe al hacer con su mano el signo paz o el signo de victoria según se haga la lectura.

Enfundado en su uniforme kaki atiende sin cesar a los innumerables turistas que desean tomarse una foto con él ya sea fumando el puro apagado, con el brazo levantado y el puño cerrado como signo de lucha o simplemente sonriendo y con la palma de la mano en la frente para hacer un saludo militar.

Se intersectan de nuevo los caminos y los conceptos, un ícono revolucionario es resemantizado para convertirse en producto de consumo cultural, en anhelo frustrado de las masas que fluyen por la rambla y cual peregrinos llegan a los altares dispuestos a los largo de la vía para rendir culto a las figuras emblemáticas entronizadas por los medios.

Es el arte de la simulación que los atrae, es la necesidad de íconos que encausen sus universos paralelos, es la oferta del recuerdo frente a la demanda de la anécdota y la foto.

Se vive y se sobrevive como estatua humana, sus protagonistas profundizan cada vez más su papel, estudian a su personaje hasta llegar a fusionarse con él.

¿Dónde queda la identidad? O ¿es precisamente este esfuerzo por identificarse con el arquetipo lo que hace  romper el estereotipo? ¿Debemos ser tan flexibles para asumir otras identidades como condición para sobrevivir en el hipermediático s. XXI?

Toda la reflexión que producen estas intersecciones no sería posible sin una interacción, si las estatuas fueran solo eso, estatuas.
Los monumentos han dejado de ser atractivos para las nuevas generaciones; al ver un grandioso homenaje al indio pielroja o al Ché Guevara lo mas probable es que las hordas turísticas pasen de largo o si acaso sirven para que bandadas de palomas lo usen como letrina; en cambio cuando la estatua adquiere vida la relación cambia, la escala se reduce y aunque los actores tratan de mantener su papel mudo, sus acciones, poses y algunos sonidos crean una fluida transacción semiótica con el transeúnte.

Transgredir se vuelve en este caso en transigir, en negociar; el intersectar en lograr un corto que rompa el circuito y permita la entrada de nuevas ideas para ser relacionadas en un campo asimétrico donde predominan los huracanados vientos globalizantes.

Fragmento del Capítulo por Colombia, CATÁLOGO "X BIENAL DE CUENCA. Intersecciones: Memoria - Realidad - Nuevos Tiempos", Fundación Bienal de Cuenca, Cuenca, Ecuador, 2009.